MI PEQUE PEGA

Cuando una persona nos agrede o nos intenta agredir, nuestros mecanismos de defensa primitivos saltan; ya sean el ataque, la paralización o la huida. Es algo normal en la especie humana. Pero, ¿qué sucede cuando quien intenta agredir es nuestro bebé o toddler?

Primero de todo quiero aclarar que el hecho de que un bebé o toddler pegue en un episodio de saturación emocional; ya sea frustración, rabia, celos o incluso excitación extrema, ES NORMAL. Independientemente de nuestro estilo de crianza las criaturas pueden pegar, morder o insultar (para esta obvio lo tienen que haber oído antes). No pegan porque sean malcriados, ni tiranos ni malos. Los niños y niñas no son malos.

Ahora bien, que tengan de forma natural ese impulso de pegar, que no de dañar, no quiere decir que debamos permitirlo. A continuación te dejo varias ideas para gestionar situaciones de este tipo con compasión y respeto. Pero antes te cuento, ¿porqué pegan los niños y niñas?

Pegar es algo normal para peques, forma parte de su desarrollo evolutivo. Un niño o  niña pega o muerde porque no tienen la capacidad de expresar ni de controlar lo que están sintiendo; no olvidemos que somos mamíferos y tenemos unos instintos primarios que las personas adultas sabemos controlar (o  deberíamos), pero que a las criaturas les viene enorme. Una criatura no pega con la intención de dañar, ni de fastidiar, ni de vengarse. Lo hace por el mismo motivo por el que ante un desborde emocional grita, sale corriendo o llora; porque es la única forma que tiene de expresarse. El lenguaje no verbal se usa como forma de expresión mucho antes de que aparezca el habla.

¿CÓMO ACTUAR?

  • Antes de nada hay que establecer unos límites en casa que tengan en cuenta la integridad física de toda la familia; animales incluidos si los hay. Es importante explicar bien que en casa no nos pegamos, ni nos mordemos, ni nos damos patadas,..,en lugar de decir simplemente frases genéricas como “pórtate bien” o “tratame bien”, que para un niño o niña están vacías de contenido.
  •  No reaccionar nunca con violencia. Decía al principio de esta entrada que nuestro instinto sale a la luz cuando recibimos una agresión y es ese mismo instinto, junto con nuestra falta de control en la gestión de emociones o la inmadurez emocional, lo que nos puede llevar a tratar mal; gritar, zarandear o incluso pegar de vuelta a una criatura que está mostrando agresividad. Hay una frase que dice que “gritar a una criatura para que deje de gritar es como llenarle de barro cuando se ha ensuciado y esperar que así se limpie”. Gritar o agredir a un niño nunca es la solución, ni a que deje de pegar ni a NADA. La agresión a un menor es maltrato.
  • Espera a que el desborde emocional o la situación desencadenante haya pasado para dialogar. Ya he explicado alguna vez, y cuento en mi taller de desbordes emocionales, que cuando un niño o niña está en plena “rabieta” su cerebro está desconectado de la racionalidad y actúa en modo supervivencia; así que realmente no tiene la capacidad de escuchar nada de lo que le digas en plena explosión emocional. Incluso hay criaturas que apartan la mirada o cierran los ojos; no es que no quiera escuchar, es que no puede. 

¿CÓMO PUEDO INTERVENIR EN EL MOMENTO DEL GOLPE O MORDISCO?

  1. Lleva a cabo una acción que limite ese intento o esa agresión por parte de tu hijo/a: “Voy a parar tus pies porque no puedo permitir que me des patadas”.
  2. Explica la consecuencia natural de su acto, sin culpabilizar: “Me aparto y me quedo a un lado porque no quiero que me pegues, cuando no tengas ganas de darme patadas podemos seguir hablando”.
  3. Valida la emoción. Es importante tener en cuenta que validar la emoción no tiene que ver ni con validar la conducta ni con reforzarla: “entiendo que estés enfadado/a y quiero entenderte pero me cuesta si intentas pegar”. También podemos probar a validar la emoción al tiempo que establecemos de nuevo el límite: “entiendo que te enfades, esto es difícil para ti, pero no puedo dejar que me des patadas”.
  4. Ofrecer alternativas saludables si lo creemos conveniente: “no me puedes dar patadas, si necesitas soltar todo ese malestar puedes dar pisotones al suelo”.
  5. Mantente calmada y cercana a la criatura, eso dará pie a que puedas acompañar en la gestión de su emoción desbordante: “me apetece saber por qué te has enfadado tanto, podemos intentar hablar?”.

Existen muchos motivos por los que una niña o niño puede tener este tipo de reacciones, tu  conoces a tu criatura mejor que nadie y podrás observar en qué momentos o bajo qué circunstancias se dan estos episodios. Recuerda que para reconducir esta conducta es necesario acompañar en el reconocimiento y la regulación de sus emociones y que para ello una gestión emocional sana por nuestra parte es clave.

Si no encuentras la forma de empezar a acompañar a tu peque o te abruman la gestión de emociones y las “rabietas” o desbordes emocionales, recuerda que puedes contar conmigo y te puedo acompañar de forma totalmente personalizada en lo que necesites. Puedes contactar conmigo a través de esta web o en cristinaflores.terapeuta@gmail.com. 

0 comentarios

Dejar un comentario

¿Quieres unirte a la conversación?
Siéntete libre de contribuir!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

¿hablamos?

+34 645939825

cristinaflores.terapeuta@gmail.com

Horario de sesiones:

Virtuales: Lunes a viernes

10:00 a 13:00 y 16:00 a 19:30 

Presenciales: a concretar

Búscame en RRSS! 

Abrir chat